El 8 de marzo no me felicites – Mejor si haces alguna de estas cosas
Por favor, no me felicites el 8 de marzo. No, no quiero escuchar que soy un ‘ser hermoso’ y que las mujeres ‘somos una bendición’. No, tampoco quiero una flor. Hoy no es un día feliz, es un día de lucha. No tiene nada de hermoso ni de bendición tener que luchar cada día por ser respetada en tu vida personal, laboral y social. Ya, ya sé que tu conciencia se queda tranquila para el resto del año por el hecho que le dices a tus amigas y tus familiares que son ‘maravillosas’ en el día de hoy. Pero la verdad, no es suficiente. No, en serio, no me llames desagradecida. Es que ser mujer, la verdad, no es demasiado divertido la mayoría del tiempo. Así que una bendición no es, pero una lucha constante sí. No solo hoy, cada día.
Puede que te preguntes por qué una ‘publicista’ se pone a hablar de ‘feminismo’ y ‘derechos de las mujeres’ en un blog de una agencia de marketing. Y es que en nuestro sector, ‘supuestamente’ moderno y ‘supuestamente’ femenino, el machismo supura por todas partes. En la carreras universitarias de Publicidad y Relaciones Públicas entre el 70% y el 80% de las estudiantes son mujeres, y somos el 57% de las trabajadoras del sector, solamente ocupamos el 19% de los puestos de dirección creativa del país.
Quizá es verdad lo que nos dijo (literalmente) mi profesosa de Relaciones Públicas Bel C. al respecto en 2011 – «las mujeres nos volvemos caducas». Nos da por tener hijos, y querer llevarlos al médico si están enfermos, y qué se yo. Así que… ¿cómo vamos a ocuparnos de un cargo creativo o directivo que exige horas y horas de nuestro tiempo mientras tenemos una familia que organizar? Las palabras de Bel me marcaron. No la culpo, esa era (y es) su realidad. De hecho, es también la mía. Elegir entre volverme ‘caduca’ y formar una familia o luchar por mi carrera profesional.
Pero yo me pregunto, si más que volverme yo caduca (que lo arreglamos rápido con buenas políticas de conciliación familiar y un reparto adecuado de la carga mental del hogar y de la maternidad/paternidad), no tendrá que ver con la idealización del ‘complejo Don Drapper’, donde el publicista debe fumar, beber y hablar del culo de sus compañeras de trabajo con el resto del equipo, y si puede ser, que alguna sea su amante. La verdad que en Mad Men esas conversaciones se volvieron incómodas una vez que Peggy Olson formó parte del equipo creativo como redactora. Pero pobre Peggy, tuvo que rechazar a volverse ‘caduca’ para conseguir sus metas en la vida. Ser madre o publicista. Ser esposa o publicista. Ser hija o publicista.
Pero yo no quiero. No sé por que debo renunciar a mi condición de mujer para trabajar en lo que me gusta y se me da bien, cuando el problema reside en el corporativismo masculino, donde hay ciertas aptitudes que sólo un hombre puede tener y no se conciben en una mujer (y que si se dan, se asocian a una des-feminización de esa mujer, ya no apta para ser considerada como tal) y donde hay un círculo de actividades más allá de lo estrictamente laboral que se vuelven poco éticas en el momento que una mujer esté presente. Ese es el problema.
Así, que hoy, no me felicites. Sólo te pido por favor que recuerdes esta lista los 365 días del año (todo basado en situaciones reales). Eso sí me haría feliz
1. No me des dos besos, ni me agarres de la cintura. Dame la mano.
Son negocios, no una cita. Si no te parece apropiado con un hombre, ¿por qué debería ser diferente conmigo?
2. Mírame a los ojos cuando te hablo.
Y no me refiero a que te pierdas en mi escote (que también). Si estamos discutiendo un tema, demuestra que me respestas mirándome a la cara, sin condescencencia ni superioridad moral.
3. Tampoco me hables con paternalismo. No me llames ‘nena’. Para con el mansplaining.
No intentes discutirme todo. No me digas que ‘yo no puedo entender de qué van estas cosas’. No me expliques lo que ya sé. No te refieras a mi como ‘nena’ o ‘niña’ o ‘chica’. No le llamas ‘nene’ a mi compañero hombre.
4. Deja de comentar mi aspecto.
No lo haces con otros hombres, ¿por qué hay la necesidad de decirle a una mujer qué le queda bien y qué no? No es agradable que me digan ‘cuando te maquillas te ves mucho mejor’ o por el contrario, ‘hoy te ves cansada’ porque no llevo ni un poco de rimmel. Me da igual lo que opines de mi corte de pelo o el color o largo de mis uñas.
5. Y tampoco juzgues lo que sé por mi aspecto.
Porque sea muy femenina no significa que no entienda los detalles técnicos del proyecto.
Porque vaya vestida en zapatillas y sudadera no significa que no haya podido hacer esa pieza creativa supercuqui.
Porque luzca joven no quiere decir que no pueda negociar.
Porque luzca mayor no quiere decir que no entienda de tecnología.
Porque sea mujer no significa que no pueda llevar campañas de maquinaria, deportes, tecnología o vehículos.
6. No utilices la calidad de mi vida íntima para valorar la razón que tengo en algo.
No soy ‘una malfollada’ porque te he pegado una bronca. Posiblemente te la merecías.
No estoy ‘en esos días’ porque te he acorralado con algo que no tenías razón.
No soy una ‘frígida’ o una ‘envidiosa’ porque pida que creemos campañas sin cosificar a las mujeres.
Y no, mi pareja no es ‘un calzonazos’ porque él decida llevar gran peso de la responsabilidad familiar para que yo pueda dedicarme a mi trabajo.
8. Deja de referirte a mi como la ‘madre’, la ‘esposa’, la ‘novia o la ‘hija’.
Soy yo una persona individual, mis méritos son míos, independientemente de mi relación con los hombres de mi vida.
7. Y sobre todo, deja de cuestionar mi responsabilidad y mis habilidades.
Si te digo que soy la responsable de la decisión, no pidas hablar ‘con mi superior’.
Si te digo que soy LA gerente por enésima vez, no me digas que es mentira y que soy la secretaria.
Si has negociado conmigo un trabajo, no hace falta que le preguntes los detalles técnicos a mi compañero hombre, ‘por si las moscas’.
Si tienes una duda técnica, y te digo que me expliques qué pasa, no me digas ‘ah, pensaba que esto lo hacía tu compañero hombre’.
Si te digo que soy yo la persona cualificada para esa tarea, por favor, no le preguntes a mi compañero hombre si él también podría hacerlo.
No rechaces mi idea y luego, cuando mi compañero hombre sugiera lo mismo, digas que es increíble.
Y deja de dudar de mi capacidad de gestión e interacción con los altos cargos. Por contra, confía en mi y transmítelo al resto para que me respesten.
Y si has llegado hasta el final, déjame que te felicite yo a ti por pasar por este ‘mal trago’ incómodo. El camino para erradicar el machismo lo recorremos todos juntos.
Podéis encontrar mucha información útil e interesante sobre el machismo en las agencias de publicidad y comunicación en este estudio publicado en Sphera Pública y realizado por M.M. Soria y B. Gómez para la Universidad Europea Miguel de Cervantes.